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La bruma nos envuelve, nos tranquiliza, nos apacigua. Hoy en día, estamos siempre dándonos prisa: citas, trabajo, deberes, etc. (esto es la vida real). Esta estética del paisaje brumoso crea una atmósfera suave, tranquila y relajante. Nos rodea de nubes, sonidos apagados, zenitud. Porque sí, podemos decir que este tema sustituye o al menos acompaña al del Zen. Y lo necesitamos...
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Los colores son generalmente neutros, tranquilos: tonos grises, verdes, terracota claro. Los matices pueden ser suaves. Se combinan perfectamente con un interior compuesto por muebles y con materiales auténticos, cuadros de lona, tejidos naturales.
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Y no nos olvidemos del toque de magia que aparece delicadamente en la niebla... Es sutil y positivo.